La Sombra del Peregrino

La Sombra del Peregrino

Algunas personas donde hay una sombra, tan solo ven eso, ¡una sombra! Otras, necesitan ver lo que la proyecta y por qué. Y hay quienes ni sombra ven.

Parece que de sombras va la cosa, ¿no? ¡Pues sí!

Hoy queremos arrojar un poco de luz, a través de sus 3 leyendas, a una de nuestras sombras favoritas en Santiago.

| Una silueta con historia

Compostela ha acogido, a lo largo de los siglos, a la multitud de personas que han llegado y llegan cada día a ella. Todas esas personas ayudan a escribir las páginas de la historia y leyendas de esta ciudad.

Pues vamos a abrir el libro, allá por el S. XV, y a ver que nos cuenta sobre una silueta que se ha convertido en uno de los iconos de Santiago.

EL PEREGRINO DELINCUENTE

Durante la Edad Media, delito y pecado van de la mano y tribunales eclesiásticos y civiles, imponen la peregrinación forzosa a Compostela, como uno de los castigos penales. Los condenados debían caminar hasta Santiago demostrando arrepentimiento y devoción al Apóstol. Llegar a Compostela y abrazar al Santo les concedía el tan ansiado indulto por los delitos cometidos.

Léonard du Revenant viene desde Paris a Santiago cumpliendo así su condena por parricidio.

Léonard, con tan solo 18 años, quiere heredar ya la fortuna de su padre y decide envenenarlo. Tras varios años de cárcel se le propone la peregrinación a Compostela para obtener el perdón y poder acceder por fin a los bienes del difunto.

Inicia su Camino, aunque con muy poca devoción. Tan poca devoción como arrepentimiento…

Cuando llega a Navarra se fija en una encantadora chica de una posada y se empeña en que debía ser suya. El novio sale en su defensa y Léonard no duda en matar al novio, violar a la joven y finalmente, matarla a ella también.

No, no parece que el Camino le esté sirviendo para arrepentirse de nada…

Disfrazado de monje y peregrino pobre, consigue escapar de la justicia y llegar a Compostela. Al abrazar al Apóstol tendría el perdón divino y con él, los bienes de su padre.

El muchacho llega tarde a Santiago, no encuentra techo bajo el que dormir y decide pasar la noche a los pies de la Catedral, junto a la Torre del Reloj.

A la mañana siguiente abrazaría al Apóstol y los bienes que tanto deseaba, serían suyos. Pero en sus sueños no había paz y esa noche, mientras dormía, se le aparece el padre advirtiéndole:

“Con esta visita a Compostela purgas la pena de mi muerte puesto que yo te perdono, pero no la de los dos jóvenes navarros que asesinaste en el camino. Hasta que sus almas no peregrinen a Compostela y te muestren su perdón, no podrás abrazar al santo”.

Léonard desenvaina la espada contra el espíritu, pero éste es más rápido y allí mismo, a los pies de la Torre del Reloj, deja sin vida el cuerpo de su hijo.

Desde entonces el espíritu del pecador sigue esperando a que las almas de sus víctimas peregrinen a Compostela. Solo entonces podrá abrazar al Apóstol y aliviar así, su destino y condena.

EL PEREGRINO ACOMPAÑANTE

Cuando cae el sol y el alumbrado de la Praza de A Quintana se enciende, aparece la sombra de un peregrino. Bajo la Torre del Reloj, al lado de la Puerta Santa, podemos ver cada noche el reflejo de su bastón en la mano, la capa y el sombrero.

Cuenta la historia que una sombra acompaña a cada peregrino a lo largo de su camino. En los tramos más difíciles del trayecto el viajero puede notar su presencia y cuando las fuerzas flaquean, puede sentir cómo esta le da ánimo.

Según nos cuenta la leyenda, al llegar a Santiago el caminante se encuentra por fin con su sombra en la Praza de A Quintana, el único lugar donde podrá verla.

Es por eso, que en ese rincón de Compostela, todos podemos encontrarnos y ver al caminante que siempre nos acompaña.

EL PEREGRINO ENAMORADO

Sí, amor de verdad y sino escuchad lo que dice la historia.

Frente a la Catedral, al otro lado de la Praza de A Quintana, está el Convento de San Pelayo.

Por caprichos del destino, una monja de clausura del Convento y un sacerdote de La Catedral, se enamoran. Durante un tiempo viven su historia de amor en los pasadizos que había bajo la plaza, conectando ambos edificios. Pero esto no es suficiente para ellos.

Lo que sienten el uno por el otro es tan fuerte y puro, que no están dispuestos a vivirlo escondidos para siempre. Así que deciden colgar los hábitos e ir en busca de su libertad. Juntos traman un plan para escaparse. Acuerdan un día y una hora para encontrarse en la Praza de A Quintana y llevarlo a cabo.

Llega el día y la hora de la huida hacia un amor libre. El sacerdote se dirige al lugar del encuentro vestido de peregrino, pues no quiere levantar sospechas. Espera paciente la llegada de su amada, aunque… esta nunca llega…

Ella no es capaz de anteponer sus sentimientos por encima de todo y no acude a la cita.

Pasan las horas, los días, los meses… y él espera paciente el encuentro.

Aún podemos ver como cada noche, sale esperanzado a la plaza, al encuentro de ese  amor que nunca llega.

A los pies de la Torre del Reloj, la sombra de un peregrino es la sombra de un sacerdote enamorado.

 

Pues ya sabéis…

cada noche, al encenderse las luces de la ciudad, bajo la Torre del Reloj, podéis ver la silueta de un peregrino.

Delincuente, acompañante o sacerdote enamorado… Sea lo que sea, molestadlo lo menos posible, pues es un espíritu penando durante siglos por un descanso que nunca llega.

 

 

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